Salud bucal en el bebé y el niño.



C.D. Angélica Rodríguez Sánchez

Estomatóloga Pediatra


Seguramente te has preguntado cuándo es el momento ideal para iniciar los cuidados de la boca de tu hijo, ya que en algunas ocasiones se tiene la creencia de que los dientes de leche no deben atenderse pues se van a caer. Lo cierto es que los dientes de leche, también llamados temporales, cumplen con varias funciones; entre ellas sirven como guía para la erupción de los dientes definitivos y a su vez guardan el espacio para éstos.

El momento ideal para comenzar el cuidado dental es durante el embarazo, ya que la madre podrá controlar su higiene y alimentación a manera de preparación para cuando el bebé nazca.

Este es el principio de la odontología preventiva, entiéndase por prevención la adopción de medidas encaminadas a impedir que se produzcan enfermedades; en este caso caries dental y enfermedades de las encías. El dentista deberá programar citas periódicas de revisión y aplicaciones tópicas de flúor.


Dentro de los síntomas que puede presentar la embarazada se encuentran náuseas y vómito; éste último puede provocar que el medio bucal se torne ácido haciendo que la madre esté en riesgo mayor a desarrollar caries dental. Durante el embarazo también suelen presentarse cambios hormonales que pueden provocar inflamación de las encías (gingivitis) por lo que es necesario que se refuerce la técnica de cepillado y el uso de hilo dental para disminuir los agentes irritantes que pudieran acentuar esta inflamación.

Es importante mencionar que la madre puede ser portadora de bacterias que puede transmitir al niño (transmisión vertical) por lo que la primera parte de la prevención empieza con ella, se recomienda que los padres eviten probar la mamila o la cuchara con la que se va a alimentar al bebé o al niño ya que frecuentemente esta es la principal fuente de transmisión vertical.

Con el nacimiento del niño se inicia su alimentación, siendo la de elección el pecho materno porque brinda muchas propiedades al bebé como la nutrición, su fácil digestión, la protección inmunológica, el adecuado desarrollo del cráneo y de la cara, así como la creación de un vínculo de mayor afectividad entre madre e hijo.

La madre debe tomar el pecho a manera de pinza asegurándose de introducir tanto el pezón como la areola en la boca del bebé de manera que queden cubiertos por completo para que se estimule el crecimiento y desarrollo tanto del maxilar superior como del inferior, provocando también que la respiración del bebé sea armoniosa. La posición recomendada para el bebé es vertical, y puede ayudar el hecho de que la madre acaricie con el pezón la mejilla y labio del bebé para que éste voltee hacia el lado que la madre acaricia (reflejo de búsqueda) y pueda pescarse más fácilmente del pezón.

En algunos casos será indispensable complementar la alimentación con fórmula con lo que se instaura el uso del biberón. El niño se deberá posicionar lo más vertical posible (con la cabeza más elevada que el resto del cuerpo) y se debe evitar acostarlo ya que la leche puede llegar al conducto auditivo y provocar otitis, además que la lengua se posicionaría de manera incorrecta incrementando el riesgo de sofocarse.

Al acostarse también se propicia que la leche fluya hacia los dientes de arriba y adelante (anteriores superiores) provocando caries temprana en esos dientes a lo que se conoce como caries de biberón. La madre debe simular la alimentación con biberón lo más parecido posible a la alimentación con pecho, debe de cambiar de lado al niño a la mitad del biberón de la misma forma en que lo cambia cuando lo alimenta con pecho; esto permitirá que el niño desarrolle los músculos de la cara de ambos lados por igual. De igual manera debe mantener el contacto del cuerpo, sostener bien abrazado al niño para brindarle la afectividad que el bebé necesita.
Lo recomendable es que el uso del biberón no se extienda después del año de edad, de lo contrario el niño puede presentar caries por el uso prolongado del biberón a edad muy temprana (caries de biberón). Otro factor que debe evitarse es el uso de azúcar, miel o chocolate para endulzar la leche ya que con esto se potencializa el riesgo a padecer caries dental.

Una vez que el niño tenga establecidos sus horarios de alimentación es crucial evitar el uso compensatorio del biberón para que el niño pueda dormir: durante la noche la producción de saliva disminuye y las veces que deglute (traga saliva) el niño se reducen, esto favorece que la leche se quede acumulada en la boca del niño y que las bacterias tengan mayor actividad transformando el azúcar de la leche en ácidos que dañan la superficie del esmalte dental. Se recomienda administrar el biberón media hora antes de acostar al niño para que se pueda realizar la limpieza de la boca antes de dormir, esto ayudará a reducir las concentraciones de azúcar.


La higiene oral del bebé debe implementarse desde recién nacido, se realiza a esta edad con triple finalidad: la primera permitir que el niño se familiarice con la limpieza y sea cooperador a futuro cuando el dentista revise y limpie sus dientes; la segunda para reducir la reserva de azúcar en la boca, y la tercera crear un hábito de higiene en el niño desde pequeño.

Después de la alimentación con pecho se recomienda el uso de una gasa con agua purificada o hervida. La madre se enreda la gasa en el dedo índice y limpia encías, superficie interna de la mejillas, paladar y la lengua; esta última debe verse rosa, si se ve blanca quiere decir que está sucia porque todavía tiene leche. Existen aditamentos como el DedodentMR que es un dedal de plástico suave con una especie de cepillo que puede emplearse en lugar de la gasa.

En cuanto erupciona el primer diente se recomienda realizar la limpieza de ese diente con cepillo apropiado para la edad del niño, aproximadamente a los 6 meses es cuando brota el primer diente. El cepillo deberá tener una cabeza pequeña y cerdas suaves para no lastimar la encía, y puede limpiarse con movimientos circulares, puede complementarse la limpieza con el dedal para no lastimar la encía donde todavía no hay dientes.

Una vez que salen todos los dientes de leche, aproximadamente la dentición se completa a los 3 años de edad, se recomienda cepillado circular (10- 14 veces por diente) y supervisado por un adulto. Es importante que el adulto realice una vez el cepillado, por comodidad de los padres se prefiere en la noche. Puede acostar al niño en un sillón para tener mayor visibilidad o posicionarse atrás de él. Antes de los 3 años no es recomendable el uso de pasta dental porque la mayoría de las pastas para niños tienen un sabor agradable y es muy común que se la traguen. A los 3 años es cuando la mayoría de los niños aprenden a escupir por lo que se recomienda introducir su uso a esa edad.

La pasta que debe usarse debe ser para niños y contener 500ppm (partes por millón) de flúor, este se encuentra especificado en la parte de ingrediente activo de la pasta y la cantidad que se coloca en el cepillo debe ser del tamaño de un chícharo. En la actualidad hay cepillos que tienen un área azul pequeña en el centro para delimitar la cantidad de pasta. Si se proporciona pasta con mayor cantidad de flúor o excesiva cantidad de pasta, el niño puede presentar fluorosis en los dientes permanentes. La fluorosis es una condición que se desarrolla mientras los dientes están en formación y cuando erupcionan pueden presentar manchas blancas o marrón, que a simple vista dan una mala apariencia. Otra complicación con el flúor en altas dosis es la presencia de náuseas, vómitos y mareos, hasta la muerte del niño si se llegara a tragar un tubo completo de pasta.

El cepillado idealmente debe realizarse después de cada comida, suponiendo que el niño comiera 6 veces al día se recomendaría realizar el cepillado 6 veces al día.

En niños que tienen los dientes muy pegaditos debe usarse el hilo dental, éste se desliza pegado al diente, primero hacia un diente y luego hacia el otro para evitar lastimar la encía y se repite el proceso hasta que el hilo salga sin comida.

Y como consejo de dieta disminuir la ingesta de azúcares o dulces en la medida de lo posible, incorporar una dieta fibrosa para ayudar al desarrollo de los maxilares y evitar chicles y chiclosos. De ser necesaria la ingesta de chicle se recomiendan los chicles reducidos en azúcar (Trident MR) que además contienen sustancias como xilitol y recaldent que ayudan a contrarrestar el efecto de los ácidos sobre la superficie del diente.

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La Doctora Angélica Rodríguez Sánchez es Estomatóloga Pediatra 
Egresada del Instituto Nacional de Pediatría, compañera de generación y gran amiga del autor de este blog.

Contacto: dentalpediatrica@hotmail.com